Crisis vitales: cuando la vida nos sacude
Descubre qué significa atravesar una crisis vital, sus características y cómo la psicología puede ayudarte a cuidarte en estos momentos de cambio.
9/1/20254 min read


Seguro que en algún momento de tu vida has sentido que todo se tambalea: lo que antes tenía sentido ya no lo tiene, te preguntas quién eres, hacia dónde vas o si realmente estás en el lugar correcto. A eso, en psicología, lo llamamos crisis vital. Y aunque la palabra “crisis” pueda sonar negativa, no siempre lo es: también puede ser una oportunidad de crecimiento y cambio.
En este artículo vamos a hablar de qué es una crisis vital, cuáles son sus características y, sobre todo, cómo podemos cuidarnos psicológicamente cuando atravesamos una de ellas. Porque aunque nadie se libra de pasar por estos momentos, la manera en que los afrontamos marca la diferencia.
¿Qué es una crisis vital?
Una crisis vital es un periodo de cambio interno y externo en el que sentimos que las bases sobre las que construimos nuestra vida se tambalean. No necesariamente tiene que ver con una catástrofe, sino con transiciones importantes: terminar una relación, cambiar de trabajo, llegar a cierta edad, perder a un ser querido, mudarse a otro país, convertirse en padre/madre, entre muchas otras.
Desde la psicología, entendemos estas crisis como momentos en los que la persona se enfrenta a una discrepancia entre cómo era su vida y cómo empieza a ser. Esa diferencia genera inseguridad, dudas, ansiedad y a veces tristeza, pero también abre la puerta a la reflexión y la construcción de nuevas formas de vivir.
Características de una crisis vital
Aunque cada persona vive la crisis a su manera, hay algunas características comunes que suelen aparecer:
Sensación de desorientación: parece que has perdido el rumbo y no sabes hacia dónde ir.
Dudas existenciales: preguntas sobre quién eres, qué quieres o cuál es tu propósito.
Cambios emocionales intensos: ansiedad, tristeza, irritabilidad o miedo al futuro.
Ruptura con lo anterior: aquello que antes funcionaba deja de hacerlo (hábitos, relaciones, rutinas).
Búsqueda de sentido: la necesidad de encontrar nuevas respuestas o un camino distinto.
Lo importante es entender que estas características no significan que “estés mal” o “estés fracasando”. Simplemente indican que estás en una etapa de transformación.
Causas frecuentes de las crisis vitales
Las crisis vitales suelen estar relacionadas con momentos de transición o cambios significativos. Algunos ejemplos comunes son:
Etapas evolutivas: adolescencia, entrada en la adultez, los famosos “30” o “40”, la jubilación.
Pérdidas: de seres queridos, de una relación, de un trabajo.
Cambios importantes: mudanzas, maternidad/paternidad, nuevos roles familiares o laborales.
Eventos inesperados: una enfermedad, un accidente, una pandemia.
En todos estos casos, lo que sucede es que la persona se enfrenta a una situación que rompe la continuidad de su vida. Y al romperse, necesita reconstruirse.
Cómo cuidarnos durante una crisis vital
Vale, ya sabemos qué es una crisis vital y qué la caracteriza… pero lo importante es: ¿cómo atravesarla sin hundirse? Aquí van algunas claves psicológicas que pueden ayudarte:
1. Acepta la crisis como parte de la vida
El primer paso es dejar de luchar contra la idea de “esto no debería estar pasándome”. La realidad es que las crisis vitales son universales y necesarias. Acéptalo como parte de tu proceso vital: la vida es cambio, y el cambio duele, pero también enseña.
2. Ponle nombre a lo que sientes
Hablar de lo que estás viviendo (con un amigo, un familiar o un profesional) ayuda a darle forma. Cuando nombramos la experiencia, dejamos de verla como un monstruo indefinido y empezamos a reconocerla como algo concreto y manejable.
3. Regula tus emociones.
Durante las crisis vitales las emociones suelen estar a flor de piel. Estrategias como la respiración consciente, la escritura terapéutica o la meditación pueden ayudarte a gestionar la ansiedad y la incertidumbre. No se trata de eliminar lo que sientes, sino de permitirte sentirlo sin que te desborde.
4. Redescubre tus apoyos
El aislamiento empeora la crisis. Busca a las personas con las que puedes ser tú mismo y hablar sin miedo a ser juzgado. El apoyo social es un factor protector clave en cualquier momento de transición vital.
5. Revisa tus valores
Muchas crisis surgen porque lo que estás viviendo ya no está alineado con lo que realmente valoras. Hazte preguntas como:
¿Qué es lo importante para mí ahora?
¿Qué me motiva de verdad?
¿En qué quiero invertir mi tiempo y energía?
Redescubrir tus valores es como volver a encender un faro interno que te guía en la tormenta.
6. Permítete pedir ayuda profesional
Las crisis vitales no siempre se resuelven solas. La terapia psicológica puede darte herramientas para entender mejor lo que te está pasando, manejar tus emociones y construir un camino de cambio más saludable. No tienes que poder con todo tú solo.
En conclusión, las crisis vitales son esos momentos en los que la vida nos da un “zarandeo” y nos obliga a replantearnos cosas importantes. Son incómodas, generan miedo e inseguridad, pero también pueden convertirse en puntos de inflexión hacia una vida más auténtica.
Si estás en medio de una, recuerda: no estás solo, no eres raro y no significa que estés fracasando. Significa que estás creciendo, aunque duela.
Y, como en cualquier proceso de cambio, cuidarte, apoyarte en los demás y pedir ayuda cuando lo necesites puede marcar la diferencia.
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